Sobre Mi

Soy Vanessa Ospina Palacios, mamá primeriza y mujer profundamente comprometida con transformar la experiencia de la maternidad y de la lactancia.

Aunque mi camino profesional comenzó como Contadora Pública y Magíster en Administración (MBA), especializada en Compliance y Auditoría Forense, también me he desempeñado como Docente Universitaria e Investigadora. Pero fue la llegada de mi hijo lo que marcó un antes y un después en mi vida, dándome una nueva vocación: acompañar a otras madres en sus propios procesos.

Todo comenzó con una cesárea de emergencia. Miguel Ángel nació prematuro, a las 35 semanas, y yo fui ingresada en UCI durante tres semanas. No hubo piel con piel. No hubo lactancia precoz. Solo miedo, separación y una urgencia médica: salvar mi vida.

Desde esa cama, comencé a bombear. No tenía técnica, ni experiencia, ni siquiera a mi bebé cerca. Pero sí tenía una intención inmensa: no rendirme.

Al regresar a casa, el extractor se dañó. No entendía sobre tallas, modos, ciclos ni mantenimiento. Pasé casi un mes sin estimular el pecho. Dudé de mi cuerpo. Pensé que mi producción se había perdido. No sabía que relactar era posible.

Busqué ayuda. Pasamos por tres asesorías de lactancia y una consultoría especializada, pero nadie detectó lo que estaba pasando. Me decían que lo que veía era una confusión tetina-pezón, que necesitaba más confianza… pero yo sentía que había algo más.

Ese “algo” se reveló más adelante. Miguel Ángel fue hospitalizado en UCI pediátrica durante un mes, y fue ahí, entre monitores, rezos en voz baja y fe profunda, donde tomé la decisión de volver a intentarlo.

No desde la perfección, sino desde el amor. Y así comenzó mi relactación.

Creé mi propio ritual: me ponía su cobijita, miraba sus fotos, respiraba profundo, escuchaba música suave. La oxitocina también se activa con el corazón.

Y poco a poco, la leche volvió.

No porque mi cuerpo me hubiera fallado, sino porque necesitaba información, acompañamiento y respeto.

Tiempo después, ya como Especialista en Anquiloglosia, supe lo que mi intuición maternal señalaba desde el principio: Miguel Ángel tenía frenillos labiales y sublinguales que no fueron identificados a tiempo.

Hoy llevo más de 23 meses extrayéndome leche materna y he donado más de 700 onzas.

Y aunque me dijeron que no era sostenible, que no lograríamos el mismo vínculo, aquí estamos: más unidos que nunca.

Soy Asesora de Lactancia, Especialista en Anquiloglosia, en BLW, Alimentación Complementaria y Duelo Gestacional y Perinatal.

Mi misión es clara:

Acompañar a otras madres con empatía, evidencia y respeto.

Demostrar que sí se puede.

Que cada historia importa.

Y que tanto la maternidad como la lactancia merecen ser vividas con dignidad, acompañamiento y amor.

Porque el vínculo no depende de una sola forma de alimentar.

El vínculo nace de la entrega, la constancia, y ese amor que incluso en la distancia, nunca deja de llegar.

Tienes dudas?